Man Ray

En el día del Señor...
Ayer noche participé en un festival de arte experimental. Y ?... Texturas sonoras y mandangas varias con video interactivo.
Una minoría muy emporrada bebía cerveza "a morro" en las gradas durante el primer espectáculo, y mientras esperaba mi turno (visto que no había camerinos ni un bendito lugar donde refugiarse) me acurruqué enfundada en mis galas en el último escalón apoyándome en un enorme cojín para disfrutar de lo que nos "ofrecía el convento" mientras inhalaba los vapores tóxicos que la audiencia nos regalaba, amén de responder con toda naturalidad a las llamadas de sus respectivos teléfonos móviles en voz muy queda:
- Te llamo luego... -Estoy en el festival... -Bla, bla, bla...
Por suerte apareció alguien de la organización pidiendo que se dejase de fumar; estaba prohibido.
Menos mal. De otro modo creo que me hubieran sacado de allí a rastras y os aseguro que hubiera sido la performance más extraña de toda mi carrera.
Y a pesar de ello, aluciné en colores con lo que sucedió en nuestra propuesta sonora, porque mucho de lo ensayado se trastocó por arte de magia y poniendo cara de poker continué impasible, intentando seguir adelante como " Pepe por su casa".
Como los músicos de formación clásica somos muy rigurosos con lo que interpretamos, me sentía en arenas movedizas y me pregunto que pasaría si uno de vosotros, escritores puntillosos y detallistas que horneáis vuestros escritos intocables, os encontráseis con alguién que de un soplido os hace volar las letras y tuviérais que recomponer el resto de las páginas sabiéndo que en cualquier momento el papel se pone boca abajo y se os derraman las frases.
Imaginar los ojos desorbitados y ver los sapos y culebras que escupiríais imprecando es divertido.
Improvisar en escena me libera de todos los corsés impuestos en los conservatórios y me ha dado alas para deshacerme de todos mis esquemas. Reinventarse día a día es un ejercicio muy saludable.
Un saludo muy cordial.