Sobró pastel

Ayer celebré por tercera vez mi cumpleaños ( ni que fuera yo un señor renacentista: un Borgia o un Sforza, aunque no envenené a mis convidados, todo lo contrario, se cebaron de lo lindo) y aún quedó un buen pedazo de pastel de chocolate.

Y para rematar la faena descorché el famoso Merlot de Somontano que me esperaba en el botellero. MMMMMMMMMMM. ¡Qué rico estaba el muy cabrón!. Aunque antes nos bebimos otro vinito blanco muy rico del sur de España.

Y este año me han regalado arte, señores, por fin, entre prendas de vestir que yo nunca me habria comprado y c.d. que jamás habría elegido, un grabado precioso; ser amigo de artistas tiene sus ventajas, ya lo creo.
Lo mejor de la noche tras irse la mayor parte de amigotes fue la tertulia de sobre mesa hasta las tres y pico con los que se quedaron, yo más fresca que una rosa aún picoteando la reposteria que había preparado y degustando un té que me habían regalado traido de Rusia y charlando, charlando, charlando con gusto y lamenté que se fueran ... ¿ya os vais?.

Soy feliz con mis amigos, algo tan simple me llena muchísimo.

Hasta el aniversario que viene.