Carl Schwabe










Esta mañana paseaba por un cementerio muy tranquilo. La bruma coronaba las montañas.
Los colores eran frios y difusos como la visión desenfocada de mis pequeños ojitos de miope.
Ha sucedido algo curioso; subia unas escaleras de piedra y mis zapatos han dado con un objeto sonoro.
La mirada se ha detenido en ese escalón lleno de fragmentos de un jarrón hecho añicos.
Cual no ha sido mi sorpesa al ver sobre los cristales una lápida, leer un nombre y recorrerme un escalofrio.
Era de una persona que conocí. Ni que me llamase desde la tumba...

Me he sentado como un felino ante el látigo de su domador.

Asi has quedado dulce Stefanie, dulce como la flauta que hacias sonar , dulce como tu voz que acariciaba tantas melodias. Tu hermoso rostro devorado por la enfermedad que sesgó tu madurez a los cincuenta años de una existencia dedicada a tu amor: La Música.

Dona eis sempiternam requiem.