Esa tarde caminábamos por el bosque entre la hojarasca. Me gustaba oir crujir las hojas secas, tanto como el crepitar de los troncos ardiendo en nuestra chimenea.
Quise mirarte distraidamente, mientras recogías las castañas y chillabas por que te pinchabas las yemas de los dedos con sus púas. Buscaba el momento adecuado y no me decidía a ello. Que dificil se me hacia afrontarlo.
-Ya no te amo, prefiero que nos dejemos. Me voy a vivir con otra. Estoy enamorado perdidamente. Ha sido inevitable. Créeme, lo siento mucho.

Já. Qué facil parece en mi mente. pero sé que te voy a partir en dos.
Recuerdo nuestras noches, entonces me gustaban, me creia feliz y apagado. Pero con ella es tan distinto...
De repente todo cobraba una dimensión desconocida. Descubría mi lado más salvaje y disfrutaba con ello.
Mi cuerpo era un portal de sensaciones desbordantes y mi ser dependía ahora de ella, de sus ojos, de su boca, de su risa, su cuerpo.
-No puedo explicarte que soy otro.

Pero tú sigues ante mi ajena a todo, y esto empieza a parecerse a una pesadilla. Ella es mi íncubo, mi obsesión morbosa y creo que no podría vivir sin su amor.
-Te deseo todo lo mejor, encontrarás a un hombre que te sepa querer mejor que yo.

Ella callaba y lloraba. Su mirada era tan límpia que me convirtió en un ser frio.
Soy víctima de mis pasiones, me dejo arrastrar por ellas sin mesura. Ésta caida en el abismo me otorga un ansia de poder que no se saciará jamás.
Cierro mi corazón y abro mi lujuria. No me preguntes nada. Solo déjame marchar y quemarme en esa hoguera.